Pongo mi mente en blanco,
o más bien en negro.
Todo se vé negro.
y pienso y siento e imagino.
Dejo suelta mi mente, para que merodée por donde quiera.
Para que recorra los caminos a su manera.
Entonces siento como un torbellino de ideas que se abren paso en mi mente,
tan rápidas tan volátiles.
Vuelan en espiral, tan rápido que no llego a agarrarlas
y se escapan entre mis manos,
dejándome con la certeza
De que algo muy bueno se fué.
Recuerdo cabezas de mil colores
y aromas de mil sabores,
para probar, repartir y repetir.
No me importa no recordarlo todo,
porque lo bueno de verdad
no dura una eternidad y si,
el momento ya pasó y lo que nos dejó
fue un resabio de lo mejor.
Lo prudente será esperar una nueva oportunidad para deleitar los sentidos.